miércoles, 7 de enero de 2015

oh, la culpa.

Desde la antigüedad siempre se ha escrito, recitado y hablado de la culpa. La moral judeocristiana se ha dedicado a esculpir duramente a base de miedo y sangre ese sentimiento, esa especie de vampiro emocional que se queda a vivir y echa raíces desde que naces hasta que mueres, de generación en generación.
Está en todos tus actos, en todas tus consecuencias. Sí, sobre todo eso. Ya te sientes poco mal por lo que hiciste, por cómo la cagaste, como para que aparezca ese monstuito a decirte que eres culpable y debes pagar por ello para obtener la redención. Ah, y no sólo en tus pequeñas o grandes cagadas, a veces simplemente aparece cuando sientes algo que no debes, cuando no eres quien tienes que ser, cuando amas a la persona equivocada, abandonas sin un motivo, si eres políticamente incorrecto… Da igual, no te salvas. Desde pequeño te dicen lo que está bien y lo que no lo está: si sobrepasas esa línea que de pequeño te preguntas quién coño la habrá puesto ahí debes sentirte mal y por consiguiente culpable.
Es jodido eso de la culpa, a veces y casi siempre hace que seas el último en perdonarte cuando todos ya lo han olvidado, pero tú sigues ahí recreándote una vez y otra vez, como si después de haberlo repasado en la mente una docena de veces fueras a encontrar la solución, como si por mucho analizarlo o por muy culpable que te sientas, volvieses al pasado o dejases de estar enamorado de la novia de tu mejor amigo. Cuando ya esa angustia no te deja vivir, te quita el sueño o te toca los cojones, vas y pagas cantidades desorbitadas (si las tienes) para que un profesional te diga que tienes un trauma y que hay que tratarlo, lo que te cuesta un ojo de la cara y un buen dolor de cabeza- Hay otras opciones, como ir a un cura (que es gratis), pero también el origen de esto que te vengo contando, para que te dé la salvación. 


Eso ya uno mismo, yo prefiero emborracharme y seguir haciendo cosas de las que sentirme culpable. Sólo por putear.

martes, 6 de enero de 2015

Los posibles caminos de tu vida.

Tu me decías, hace mucho que la vida es elegir, constantemente, que no podía no hacerlo, que no vale eso de quererlo todo.
Que tenía que escoger entre rojo y negro,
Tu me decías hace mucho que no estaba sola ante todo.
Donde ha quedado eso.
Das tumbos, sin cruzar la linea, te acercas, miras desde lejos, nunca nítido.
Quieres acercarte más pero no puedes.
Escuchas ese sonido, esa canción, esa melodía y no puedes.
¿Que haces aquí?, ¿Desde cuando estás aquí?
No lo sabes, estás y punto.
Y solo puedes quedarte quieto sin mirar atrás, sin mirar hacia delante.

Das tumbos, y crees que regresaras al momento justo donde tenías que elegir

Elegir qué.
Yo quiero los posibles caminos, porque mientras no eliges todo puede ser posible.