"Ella ha salido con el sombrero de él. Dice que le da suerte,
dice que ese día se le pega la armonía.
Ella es así, inventando el concepto nuevo, transformando
realidades vanas en recuerdos inolvidables.
Por eso me enamoré de ella. O al menos de su genialidad,
cortaba las amapolas y las pegaba con las margaritas, porque decía que quería
poder elegir entre sus dos flores favoritas sin excluir a ninguna.
Nunca llevaba dos calcetines iguales porque pensaba que era
clasificar a una persona, yo no lo entendía, en realidad no entendía nada de
ella, cuando se levantaba de buen humor decía que era día de coser fotos.
Y se pasaba horas haciendo fotos de todo lo que veía y le hacía
sonreír, a mí no me importaba porque solo verla sonreír era suficiente motivo,
lo que pasa es que aprendí que ella nunca sonreía dos días seguidos.
Cuando se levantaba de mal humor, todas las fotos que había hecho
las miraba y las rompía en mil cachitos, después se arrepentía y las
cosía muy seria.
Entonces me decía, que porque no quedan
igual, que porqué los recuerdos no quedan igual aunque los cosas, y rompía a llorar.
Por eso aprendí hacer copias de las fotos de los días
buenos , cuando iba a limpiarse las lágrimas de los días grises las intercambiaba
y entonces las miraba extrañada, después de diez minutos cantaba.
Por mucho que el resto del mundo la excluyera por loca, para
mí nadie sonreía así. Nadie cuerdo como se hacían llamar ellos, sonreía después
de hacer una de sus locuras.
Y que más daba si nunca llevaba la ropa conjuntada, o decía
a simple vista incoherencias, nadie hacía las tartas con tanto amor como ella,
ni tenía como vocación curar todos los corazones del planeta."
Qué más da si estaba loca, para mí era la persona más cuerda
del mundo.