martes, 31 de julio de 2012

Grito.


Y de repente la niña de los ojos de cacao y boca de fresa chilló.
Chilló como nunca jamás lo había hecho nadie, ensordeció a los pajaritos , mató a las ardillas, y rompió los cristales de la casita del bosque.

Se oyó por todas partes, los niños de las calles, se ponían a llorar, las abuelas rompían sus vajillas para menguar el sonido, los hombres se pegaban entre ellos, y las mujeres sentían como si fuera su propia hija la que estuviera sufriendo y no lo podían soportar.

Eran miles de cuchillos, millones de agujas clavados directas al corazón.

Los peregrinos que pasaban por ahí, se quedaban petrificados, atados a compartir el dolor de la niña, obligados a no dejarla sola, aunque ella no parecía escuchar.

Era un chillido de dolor, del más trágico , persistente, vacio e intenso que puedes imaginar. 

Alrededor de la muchacha las flores se marchitaron y murieron, siempre han dicho que las flores son muy sensibles y era demasiado el dolor para poder soportarlo.

Todo el mundo necesitaba verla, y lloraban, tanto lloraron que el agua inundaba los poblados, pero nunca se atrevió a tocar  a la niña, era como si estuviera ajena a lo que ocurriera alrededor.


Pobre niña de boca de fresa, que dejo de sonreír.

Pobre niña de ojos de cacao, que ahora no tienen expresión.

Pobre niña que nadie supo jamás porque comenzó a chillar y no paró.

lunes, 23 de julio de 2012

Vuelve. Aún no te has ido.

Voy a resquebrajar el cielo para traerte de vuelta.
Voy apagar el fuego con mis lágrimas.
Voy a romper mi alma antes que la tuya.



Ni el pozo cae , ni yo vuelo.
Ni miento, ni padezco.
Cobarde, frío, dolor.
Siempre sera eso que fui
Nunca podre olvidar.
Apaga la radio, me recuerda a ti.
Abajo esta nublado, y aquí nieva
Frena, para , mira y sueña.


Deja de llorar, débil.
Deja de maldecir algo que no sabes
Deja de tomar decisiones sin saber el motivo.


Bum. Fin, no hay más.

lunes, 2 de julio de 2012

El síndrome de Estocolmo.

Nos matamos a puñaladas, queremos descuartizarnos hasta no sentir el alma , nos aferramos al odio para no sentir nada.
Quiero ver tus lágrimas teñidas de sangre aunque las mías irán después.
Quiero ver como sufres hasta que me pides clemencia entre susurros.
Es un delirio, una emoción.
Quiero sed de venganza en plato ardiendo.
Ya no me sirve maldecirte hasta que  las cuerdas vocales queden dañadas.
Ya no me sirve ni que me mientas, ni que me folles.
Me he destrozado la vida en que quedes reducido a la nada, he olvidado lo demás.
He olvidado lo que es el odio, lo confundí con la felicidad, no conozco otro estilo de vida.
Acelera, acelera hasta que me estampe  y por fin me caiga.
Cuando te miro y me acerco a tú boca para gritarte todo lo que llego a odiarte, tú me besas y me callas.
Cuando te aparto, tú me coges.
Cuando digo para, tú sigues.
Cuando acabo, tú empiezas.
Acabamos en esa cala, nuestra cala, y mientras me follas , te clavo las uñas, te mezclas en mí, aferrándote a mí, y no me dejas que huya.
Vete, extinguete, acaba ya.
No me mires, odio tus ojos, no me toques, odio tus manos.
No me crees, nunca lo haces, mejor, soy una mentirosa patológica.
Te muerdo, te grito, te gimo, te araño, te beso.
Eres demasiado inasistente. Piérdete. Me aburres.



Me caeré pero caerás conmigo.