Eran las 12:12, estaba en la estación, con una mochila y mi guitarra, mi mirada se perdía en el tiempo, una lágrima rozaba mi cara, aunque era inevitable que por mi boca asomase una pequeña sonrisa.
Saqué un cigarro de mi mochila, lo encendí apresuradamente, y mientras el humo se introducía lentamente en mis desgastados pulmones, mis nervios se iban calmando, mis pensamientos se relajaban y mi escurridiza lágrima se paraba para no volver.
Mire de nuevo el reloj, las 12:13, miré la pantalla que indicaban cuando salían los trenes –dirección a Valencia 12:20-Suspiré e intenté no pensar en nada, que todo se esfumara de mi mente, agarre mi guitarra, y por mis dedos se iban mis penas, mi guitarra sonaba triste, la acaricié, era un reflejo de mí, así que solamente fui yo misma, ella expresaba mejor lo que sentía , ya que mi corazón y mi mente estaban demasiado saturados para definir si sentía , o no.
De repente el tren paraba en la estación, me levanté, guardé mi preciada guitarra, y entré al vagón, me acomodé, delante de mi había un señora mayor y a mi derecha un chico durmiendo.
Dirigí mis ojos verdes por la ventana y veía como se esfumaba el paisaje a una velocidad que aumentaba por minutos, le dije adiós en mi mente-Jamás volveré a verte Madrid.
-Decía algo bonita-me preguntó la señora mayor con una sonrisa.
-No, nada…-dije yo sin mirarle a los ojos.
Intente dormir pero, mi mente estaba demasiado despierta para poder hacerlo , en vez de eso seguía mirando por la ventana , viendo como pasaban los paisajes por mis ojos, intentando que se guardaran cada uno de ellos en mi memoria, aunque eso fuera imposible.
Cuando el cansancio peso en mis ojos, y conseguí descansar apoyada en la ventana, mi móvil sonó, inconscientemente lo descolgué pero cuando oí la voz, esa voz…
-NOA! NOA! –Dijo la voz gritando.
Colgué, pulse el botón cinco o seis veces, y otra vez una lágrima invadió mis ojos pero, me los limpié rápidamente y apagué el móvil.
Suspiré, e intenté sonreír pero en mi mente todo daba vueltas:
-Vamos a parar una hora.
Dijo el conductor, eso me recordó que no había comido nada en mucho tiempo y mis tripas ansiosas me lo recordaban.
Pedí un bocadillo de atún con mayonesa, y a un tempo pausado me lo fui comiendo.
Cuando acabe, salí a la calle a fumarme un cigarro y entonces el chico que estaba durmiendo a mi lado, se acercó.
-Perdona, tienes fuego-dijo con una voz grave, en esos momentos me di cuenta de su aspecto, era más guapo de lo que parecía, alto y con el pelo alborotado, además de un mirada hostil y desafiante pero a la vez tranquilizadora.
-Si claro, -le dije mientras le ofrecía el mechero acercándolo hacia su boca.
Si volvía a lanzarme una de aquellas miradas me vería obligada a preguntarle su nombre y el porque de su estancia en el tren dirección Valencia.
No fue mucho tiempo el que tuve que esperar, para que mi plan surtiera efecto, cuando el tren volvía a ponerse en marcha, y yo me disponía a cerrar de nuevo los ojos para seguir durmiendo, aquel extraño chico volvió a mirarme desafiante
-¿Como te llamas?- Se me había adelantado con la pregunta, y no podía creerlo.¿Tan claro era lo que iba hacer?
-Me llamo Noa.- Conteste- ¿Y tu?
Titubeo un poco antes de contestarme, parecía que aquel extraño quería seguir en el anonimato, ocultando su identidad al mundo.
-Nacho.
Eso fue lo que cambió todo.